Buenos Aires tiene barrios realmente encantadores. Todos poseen su estilo y
etiqueta personal que hacen de esta ciudad uno de los lugares más bellos del
mundo. Bautizamos a artistas y gente célebre con preposiciones subordinantes
que, acompañando a un nombre, nos refiere a su propiedad. Tal es el caso de Tita
de Buenos Aires (Emblemático tango de Cacho Castaña) , El Morocho del Abasto
(Seudónimo de Carlos Gardel), o El cantor de los cien barrios porteños (Alusión
a Alberto Castillo por su protagonismo en el conocido filme y vals que lo
distinguió). Éstos son algunos títulos que conforman el vasto vocabulario
porteño. Cabe destacar que todos aquellos que han cantado a Buenos Aires,
basaron su obra en algún rincón de la zona Sur. La Boca es uno de esos sitios
que lleva el sombrero puesto del tango. En sus conventillos se encuentra la
esencia del cantar de Buenos Aires al decir de alguna vitrola que suena a lo
lejos en una cantina italiana. Caminito, el corazón de este barrio, se yergue
sobre paredes y casitas colorinches que conforman la pobreza de su gente o,
quizás, algún atelier de bohemios pintores. La clase humilde se mezcla con la
alta èlite de los turistas que llegan al lugar y los artistas en sus calles
promocionan la belleza de la tradicional ciudad. Este pasaje ha sido fuente de
inspiración del pintor Benito Quinquela Martín, quien además fue el autor del
nombre “Caminito”. Por supuesto, Carlos Gardel también cantó y glorificó para
siempre en el mundo la magia entera de su acera.
La Boca es un barrio que alberga tonadas de tarantela o canciones napolitanas
por la
afluencia de sus inmigrantes italianos. Tiene innumerables casas humildes que
desentonan en contrastes diversos. El orìgen de los colores, proviene de los
sobrantes de pintura que los marineros traían a sus casas. Debido a lo costoso
del material, se pintaba primero los marcos hasta agotarla y luego, se repasaba
las paredes con algún otro tono acorde a los anteriores. Don Benito Quinquela
Martín, captó esta peculiaridad y la adoptó para darle colorido a sus cuadros.
Así fue que fomentó la adopción definitiva de esta particularidad, que pasó a
formar parte de la personalidad del barrio, gracias a su intervención.
La Boca también es la región más encarnizada, futbolísticamente hablando, si
tenemos en cuenta que en la calle Brandsen 805 se sitúa el Club Boca Juniors.
Esta Institución fue bautizada por los mismos boquenses, los cuales le
adjuntaron “Juniors” para darle más prestigio a la Asociación ya que, en
aquellos tiempos, el barrio poseía fama de rebelde. Antes, se la denominó
“xeneize” en alusión a los habitantes genoveses del lugar.
El Riachuelo de La Boca ha alternado varios nombres: Riachuelo de Barracas o
Riachuelo de los Navíos en homenaje a los navegantes de la región. También el
Museo Benito Quinquela Martín es todo un ícono del lugar y representa (casi en
su totalidad) la cruda realidad del hombre marino. Está ubicado en Pedro de
Mendoza 1835, justo enfrente del Riachuelo y Vuelta de Rocha, lugar donde
inspirara Enrique Lary y Ema Suarez aquella dulce “Canzoneta” interpretada por
el oriundo Jorge Maciel.
Sin embargo, La Boca es hoy uno de los barrios más pintorescos y singulares de
la Capital. Sus calles de adoquines y altos cordones, a causa de las
inundaciones, tienen un matìz particular, y todo allí se visualiza con encanto.
Las parejas bailan el tango en alguna esquina contrastando la imagen peculiar
ante los turistas que se llevan un recuerdo de Buenos Aires. Otros cantan algún
vals de años otrora. Se venden souvenirs a precios costosos. Se intercambian
antigüedades, discos, libros y recuerdos, mientras la paica ofrece la gorra para
llevar el pan a su mesa.
La Boca también tiene su cumpleaños y se celebra el 23 de Agosto. Este barrio
tiene un sentido particular de unión entre sus habitantes. Los intelectuales del
lugar alegan que la gente de la cultura sur es humilde pero rica en sabiduría, y
si bien el saber no ocupa lugar, la bohemia del barrio invade las calles. Por
eso, La Boca está allí, puesta en el sur y en las entrañas de Buenos Aires para
mostrar al mundo esa réplica que intentó develar Benito Quinquela Martín, y que
hoy el mundo conoce como un trozo de historia de arrabal.
* Paica: mujer de arrabal. |